Nunca me han gustado las pitonisas o los juegos de tarot. Sí, esos embusteros que juegan con la buena fe de las personas y condicionan su vida según lo que las cartas "les digan", no sin cobrar antes un suculento honorario. Este post no va de echar las cartas y ver cómo será el futuro de la educación en 2030. No me gustan los "gurúes" de ningún tipo, porque al final a pesar de todos los concienzudos análisis, siempre puede haber un suceso inesperado (aka COVID-19) que altere los pronósticos de forma muy significativa.
Muchas de esos pronósticos se caen por su propio peso, pues hasta que no cambiemos nuestro modelo productivo (y eso no ocurrirá en tan sólo 10 años), es inconcebible que los padres puedan dejar a sus hijos de 5, 10, o 14 años en casa atendiendo a clases online. Ahora bien, las propuestas son ciertamente interesantes, y actualmente en el mundo rural este tipo de aprendizaje en el que alumnos de diferentes niveles se encuentran en la misma clase, es su pan de cada día. Y en verdad tiene muchas ventajas, pues el alumno con más avispado, si lo desea, puede ampliar los conocimientos que quiera, mientras que el que tenga un ritmo más lento pueda ir con los de edades inferiores. Como digo, llevar ésto a la práctica a nivel nacional es muy utópico.
En lo que espero que cambie la educación en 2030 es en cosas más sencillas. Por ejemplo, que el uso de las TICs se imponga frente al uso indiscriminado del libro de texto. O que los deberes dejen de ser obligatorios y vistos como un elemento punitivo para con el alumno. Y aún más, que consigamos que haya más transparencia en los centros educativos, sobre todo respecto a la calidad educativa, lo que incluye hacer una evaluación a los docentes. No se debe ver como un ataque o un cuestionamiento, sino como una forma de mejorar su metodología educativa.
En conclusión, soy un poco pesimista. No creo que vaya a haber grandes revoluciones, pues aunque haya latente un sentimiento de cambio educativo, éstos suelen ser bastante lentos, y siempre deben ir acompañados de un apoyo social fuerte. Además, no sabemos lo que puede ocurrir de aquí a 10 años, la pandemia que sufrimos no nos permitirá vivir más "normal" hasta 2022, y quién sabe si otros peligros como el cambio climático, vayan a influir de forma significativa en nuestra forma de vida, inhibiendo dichos cambios educativos (o al revés, catalizando que se den más pronto).
Como último mensaje de esperanza, nosotros somos las nuevas generaciones de profesores, la sabia nueva que debe entrar en circulación de ese gran tronco que es la educación, y ya sea con grandes cambios o poco a poco, estoy convencido de que cambiaremos la Educación.
Un placer haber escrito estas entradas, ¡y nos leemos!
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