La Irreversibilidad (II): La muerte como proceso irreversible

"Yo soy la Muerte cierta a todas criaturas 

  que son y serán en el mundo durante. [...] 

  Avísate bien que yo llegaré

  a ti a deshora, que no he cuidado

  que tú seas mancebo o viejo cansado,

  que cual te hallare, tal te llevaré.

Danza General de la Muerte (Anónimo)


En el anterior artículo de esta serie vimos el concepto de proceso irreversible, y la importancia que tiene en aspectos de nuestra vida cotidiana. Con este artículo quiero ir un paso más allá y veremos por qué la vida es un proceso irreversible (por suerte y por desgracia). Pero no sólo la vida entendida como propiamente humana, sino que hablaré de la VIDA en mayúsculas. En esta entrada aunaré los conocimientos de la termodinámica de procesos irreversibles vistos, con un poco de astrobiología, para finalizar con una reflexión cuasi-filosófica de la vida y de la muerte. Acompañadme.


Hace unos 13700 millones de años no existía ni tiempo ni espacio, pero de pronto se produjo una gran explosión (el Big Bang). Aquél fue el origen de todo: de la materia (y la antimateria), de la energía y del tiempo y el espacio. En la primera fracción de segundo, había un plasma de partículas elementales, que fueron dando lugar a protones y neutrones. A partir del tercer minuto, se comenzaron a formar los núcleos de hidrógeno y helio. Aproximadamente 380000 años después, los núcleos formados interaccionaron con el mar de electrones que los rodeaba: surgió la luz y los átomos. Se fueron formando las galaxias y las estrellas, que hicieron de "laboratorio" produciendo el resto de elementos de la tabla periódica, entre ellos los que constituirán en el futuro a los seres vivos. Hace 5000 millones de años se formó el Sistema Solar, y 500 millones de años más tarde, nuestro planeta y la Luna ya estaban dando vueltas alrededor del Sol, pero las condiciones de la Tierra eran inhabitables. Sin embargo, la temperatura fue disminuyendo, lo que dio lugar a la aparición del agua líquida, cuya interacción con las superficies rocosas (repletas de elementos químicos) dio lugar a la primera química. Esa fue la sopa primitiva, una mezcla de multitud de moléculas que iban interaccionando entre sí mediante reacciones que estaban catalizadas por las sales minerales presentes. Debido a la aparición de ciertas moléculas que dieron lugar a membranas, surgieron las protocélulas, en cuyo seno surgieron las primeras moléculas eminentemente orgánicas, con funcionalidades extraordinarias (como la quiralidad), y así se formaron los primeros polímeros biológicos, que finalmente tendría capacidad para retener información genética (el ADN). En paralelo, se fueron desarrollando formas de compartir la materia y la energía del sistema (la protocélula) con el entorno, lo que conocemos como metabolismo. Cuando las protocélulas tuvieron capacidad replicativa, es cuando podemos hablar del primer ser vivo. A partir de aquí, empezó la fascinante historia de la evolución.

Os he resumido en un párrafo unos 14000 millones de años con el propósito de visualizar que la historia del universo -y, por consiguiente, la vida como caso particular- es un proceso irreversible, pues se partió de una situación de mínima entropía (previo al Big Bang toda la materia y energía estaban concentradas en un punto minúsculo), y a raíz de la explosión, el sistema Universo ha ido tendiendo a una situación de más microestados (en lenguaje coloquial pero no riguroso, una situación de más desorden). Es decir, tiende a aumentar la entropía, es un proceso irreversible.

En otras palabras, como la energía se conserva (Primer Principio de la Termodinámica), la energía total del Universo actual debe ser la misma que había en los inicios, pero vemos que el surgimiento mismo de la vida ha supuesto una mayor dispersión de esa energía, pues se crearon  moléculas y éstas a su vez dieron lugar a microorganismos que interaccionaban y perdían energía de múltiples maneras. 

Por tanto, es claro que vivimos inmersos en un proceso irreversible, que tiende continuamente a aumentar la entropía. Y nuestra propia vida no es menos. Los seres vivos, compuestos de miles de millones de células que están formadas por trillones de moléculas (lípidos, azúcares, proteínas...) son sistemas dinámicos que se encuentra fuera del equilibrio. Y no están en equilibrio porque, de estarlo, significaría que no hay producción de entropía (es decir, que no hay procesos espontáneos que están teniendo lugar), y estaríamos muertos




Muchos creen que la muerte es lo opuesto a la vida, pero se equivocan: son dos caras de la misma moneda. Alguien no puede morir si no ha vivido. En definitiva, la vida es un proceso tan espontáneo como la muerte. Y aunque podamos alargar la vida, el proceso es irreversible (el hielo se derrite, los seres vivos mueren). Simplemente, morir es más probable que vivir eternamente.

En resumen, vivimos con el único fin de morir. Nadie es especial y nuestra existencia no vale absolutamente nada (al menos en comparación con la inmensidad de los procesos que están teniendo lugar en el universo). 

Me ha quedado una entrada un poco nihilista, pero no quiero que esta asunción de la situación lleve la depresión o al existencialismo barato, mientras vivamos hay que disfrutar de la vida y de las maravillas que este mundo nos ofrece. 


Con esta miniserie de entradas sólo tenía la intención de enseñar de una manera intuitiva la fantástica herramienta que es la Termodinámica, ya que nos permite estudiar todo: desde un motor, un pistón, o la vida misma de los seres vivos o del Universo. Espero que estas entradas os hayan hecho reflexionar y pensar, y que hayan ayudado a hacer la Termodinámica atractiva, pues muchas veces cuando se estudia a nivel de Bachillerato o Universidad, suele ser una asignatura bastante árida.


¡Hasta la próxima!


Referencias

Michaelian, Karo & Santillán Padilla, Norberto. (2014). Fundamentos Termodinámicos del Origen de la Vida

Carlos Briones. Os voy a contar una historia.


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