Educar es cooperar



En la última clase, tras reflexionar cada uno de nosotros sobre qué era educar y los valores que ésta debía proveer, hicimos una actividad que consistió en llegar a un consenso grupal sobre dichos aspectos. La verdad es que fue enriquecedor, pues ver otros puntos de vista siempre te aporta algo en lo que tú no habías caído, aunque en los temas importantes no hubo discrepancias fuertes.

La práctica consistió en generar una especie de reunión escolar, en la que estuvieran representados los actores principales que se dan encuentro en un colegio: equipo directivo, secretarios, profesores, padres y madres, PAS, representantes del ayuntamiento... que fueron interpretados por cada uno de nosotros. Experimentamos en nuestras propias carnes lo que es llegar a un entendimiento, cediendo desde tus posiciones de partida y cómo es esa dinámica en un centro escolar.

Así, por unanimidad decidimos que el colegio fuera público, situado en un barrio del núcleo urbano de Valladolid y que ofertara ESO + Bachillerato. La elección del nombre nos costó algo más, pero al final nos pareció buena elección el nombre de "Rosa Chacel", prólija escritora nacida en esta ciudad,perteneciente a la generación del 27, en la cual se encontraban grandes artistas de las letras como Luis Cernuda, Federico García Lorca, Miguel Hernández o Rafael Alberti, entre otros. Es difícil de entender que esta escritora no tenga a día de hoy ningún colegio a su nombre en la ciudad que la vio crecer, y ya es hora de poner a los institutos nombres de mujeres, privilegio del cual suelen gozar los hombres (a bote pronto, en Valladolid no me sale ningún nombre de instituto de mujer).

Seguidamente, pasamos a poner una definición común de educación, para lo cual cada uno propuso una definición y fuimos tomando lo que más nos gustaba de cada una, ésta quedo como: "proceso de transmisión de valores sociales y conocimiento, que aporten autonomía y desarrollo del espíritu crítico del alumnado"

Tras acordar qué es educar, cada uno propuso los valores que, como institución, deberíamos transmitir a los alumnos. Aquí tampoco hubo un debate furibundo, todos nos pusimos de acuerdo en que había que transmitir los beneficios del trabajo en equipo, del Respeto en mayúsculas (racial, la las identidades y géneros), responsabilidad, esfuerzo, conciencia medioambiental, solidaridad, fomentar la curiosidad y la lectura, cultivar el espíritu crítico y la creatividad.

Además de todo lo anterior, hicimos un ranking sobre los valores que deberían tener los jóvenes, ordenamos qué comportamientos podían ser aceptables (y cuáles no) por el instituto, y reflexionamos sobre las causas que originan problemas familiares, y que muchas veces guardan relación con la escuela. No obstante, cabe destacar que las frases eran muy genéricas, y que muchas veces hacer un ranking no es lo más adecuado, así como ciertos valores de disputa dependerán mucho de la familia y su contexto social. Por ejemplo, en comportamientos aceptables, acordamos que un montón estaba al mismo nivel (aborto, adopción de hijos por personas LGBTI+, divorcio, adopción sin relación estable, eutanasia, relaciones sexuales de menores entre menores, etc).


En resumen, personalmente esta iniciativa ha hecho que tenga una ligera idea del trabajo en equipo que habrá que hacer en los centros (pero a una mucha mayor escala y con una involucración de más personas). He visto cómo del debate entre iguales, sin imposición de ideas, salen conclusiones  fructíferas y mejores que las propuestas de cada uno por separado. En conjunto, es una prueba de que cuando se trabaja de forma coordinada en el centro, las cosas siempre funcionan mejor. Esta buena sintonía de los diferentes individuos que conforman el centro con la dirección, es la clave del éxito de todo buen centro educativo, y es a lo que debemos aspirar.


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