Para este artículo no voy a contar la situación educativa en España (pues
ya se ha hecho en otros artículos anteriores). Como imaginar y soñar es gratis,
de acuerdo con el Libro Blanco de la Educación, intentaré poner
en palabras lo que para mí sería la utopía educativa, haciendo referencia a las propuestas que el libro pone sobre la mesa.
Primero de todo, las dos condiciones necesarias del sistema educativo son
los profesores y los alumnos. Como hemos visto en otras entradas, son
condiciones necesarias, pero no suficientes. Para hacer modificaciones reales y efectivas no basta con hacer
pequeños ajustes traducidos en leyes educativas. Así, realizar un diagnóstico profundo -llevado
a cabo con técnicos reputados- es crucial, pero no se hace desde la ley franquista
de 1970. Una vez detectados los problemas, habría que seleccionar los nuevos
objetivos, valores, autonomía de los centros, papel de la inspección, junto con
mil otros factores, para que el sistema sea eminentemente novedoso. Haciendo lo
mismo se obtienen resultados similares, hay que promover un cambio radical del
sistema educativo.
Una vez detectadas las características del sistema educativo a mejorar, lo que habría que hacer sería implementarlas en los currículums de profesores de secundaria, y en mi opinión, lo ideal sería que existiera un título de grado que habilitara para ejercer la docencia en secundaria, de una forma similar a lo que hay actualmente en Primaria o en Medicina. Huelga decir que, a diferencia de Medicina, yo no abogo por un grado que requiera una nota de corte alta para asegurar la calidad de los estudiantes. Los profesores no tienen por qué ser personas excelentes respecto a los conocimientos de su área (que obviamente deben controlar), otras características como el trato con los alumnos, habilidades para trabajar en grupo o improvisar se deberían medir de alguna forma para asegurar su compromiso y aptitud. La Educación no debe ser elitista, y si empezamos eligiendo así al profesorado, mal vamos.
Respecto al grado, de los 240 ECTS, 70 deberían corresponder a la parte de pedagogía y psicología adolescente, con el fin de poder lidiar con situaciones complejas que se pueden dar en el aula, y con los diferentes contextos sociales con que el profesor se puede encontrar en el aula. Después, incluiría 30 ECTS relacionados con un módulo interdisciplinar de cultura general, pues todo profesor debería tener una base sólida de matemáticas, literatura, historia, filosofía… que puedan favorecer el desarrollo de múltiples competencias, y a la vez pueden contribuir a ver el saber como un todo, y no como compartimentos estancos que no tienen relación entre sí. Seguidamente vendría un el módulo de la especialidad (Música, Física y Química, Educación Física…), que constaría de 100 ECTS, para profundizar en los conocimientos que se van a impartir, y sobre todo en cómo impartirlos, así como la enseñanza de preparación de Unidades Didácticas y Propuestas Docentes. Por último, 40 ECTS correspondientes al módulo del Prácticum, la experiencia es muy importante para ver cómo es un aula de verdad. Sin embargo, aquí no debería acabar la formación, la creación de un MIR educativo (después de aprobar las oposiciones) durante el cual se esté bajo la tutela de un profesor ya veterano, sería un elemento que es de gran ayuda para la correcta preparación del profesorado.
No obstante, no lo es todo tener buena base inicial, un buen profesor es aquel que está en formación continua. Para incentivar ésto, se deberían incluir programas de reciclado dentro de la jornada laboral, como un complemento más. El por qué todavía no se ha hecho recae en que inevitablemente supondrá mayor gasto público.
Otra de las propuestas interesantes que trata el Libro Blanco de la Educación es la que concierne a la evaluación docente. Propone varias alternativas, aunque a mi las más eficaces me parecen la creación de una agencia externa (con profesionales acreditados), así como una inspección renovada, que tenga un perfil más pedagógico. Ahora bien, ¿Qué se debe evaluar? Aunque es verdad que hay profesores malos o muy malos, éstos no deberían ser sujetos de evaluación y lo ideal es que directamente saliesen del sistema. Por tanto, como son los menos (la mayoría de profesores estará en la media o un poco por debajo), será más eficiente hacer una valoración conjunta al centro -no sólo a profesores individuales- en la que se mida el progreso de los alumnos, la implicación con las familias, los proyectos innovadores, etcétera. En mi opinión, la penalización al profesor "malo" es contraproducente, pues daría lugar a un ambiente de trabajo enrarecido, lleno de inquinas y desconfianzas. Por esta razón estoy también en contra de la doctrina "Pay Per Performance", que beneficia a los "mejores". Al final, es una medida neoliberal para promover el individualismo y la competitividad insana, que hace muy difícil cooperar con tus iguales para trabajar en un futuro como equipo.
Por último, quería hablar del tema salario. Es cierto que los profesionales de la educación cobran en España un sueldo significativamente menor que en el resto de países de nuestro entorno. Sin embargo, aunque se deba reclamar un aumento, lo que la mayoría de profesores piden es más inversión en educación y menos recortes, pues con ratios de más de 25 alumnos en las que puede haber estudiantes con necesidades especiales, el trabajo de docente se hace muy cuesta arriba.
En conclusión, el Libro blanco de la Educación me parece un libro de obligada lectura para cualquier docente (ya esté ejerciendo o vaya a hacerlo), pues pone sobre la mesa cuestiones fundamentales a las que debemos dar solución, y que en conjunto contribuirán a mejorar la Educación. Eso sí, sólo será posible si la mayoría de fuerzas políticas abogan por un cambio sistémico real en un gran pacto educativo, blindando de cierta forma la consecuente ley educativa que emerja. Además, un evaluación cada 10 años de las medidas adoptadas sería aconsejable, con el fin de monitorizar correctamente el estado de salud de la Educación, y así poder tomar medidas en cuanto veamos algún síntoma o motivo susceptible de ser cambiado o intervenido.
Está en las manos de todos mejorar de forma real el sistema. Hay mucho por hacer, y mucho que cambiar.
Referencias
Marina, J. A., PellicerQ, C., & Manso, J. (2015). Libro blanco de la profesión docente y su entorno escolar.
Me ha encantado como está escrito :)
ResponderEliminarMe ha quedado un poco denso, porque no he sabido sintetizar mejor las ideas
ResponderEliminarPero me alegro de que te haya gustado!